viernes, 18 de julio de 2025

Estoy vivo de milagro

Por Rafael A Serra Colón /

Publicado originalmente en mi página de Fscebook el 19 de septiembre de 2015

CÓMO NO VOY A CREER EN LOS MILAGROS SI YO ESTOY VIVO DE MILAGRO

Hace como diez años, salí a almorzar con mis compañeros de trabajo, en mi carro. Luego de terminar de comer, para salir del estacionamiento del fast food en el que comimos, había que doblar en una calle de dos carriles (two ways). El carril inmediato, que iba de izquierda a derecha, estaba ataponado y el carril mas distante, el tráfico fluía bastante bien. Nosotros ibamos a ese carril, pero como no podía ver los carros que venían porque los vehículos ataponados me bloqueaban la vista, decidí tirarme a lo vaquero. Cuando la mitad de mi carro ya estaba bloqueando el carril hacia el que nos dirigíamos vemos una pick up que venía a las millas, pero ya no podía dar para atrás, ni me iba a dar tiempo a acerlar. 

La pickup nos iba a dar y con la velocidad que venía nos iba a matar. Todos mis compañeros de trabajo se alborotaron y gritaron histéricos, pero yo mantuve la calma y mire la pickup que venía a matarnos. No podía hacer mas nada y gritar no iba a resolver nada. De repente, la pick up dio un giro, se trepó encima de la acera, sin darle a un solo arbol, pasó por el frente de mi carro sin rosarlo, y regresó al carril y lo siguió de largo.

Mis compañeros seguían alborotados por lo que no pasó (por poco nos matamos) pero yo me dí cuenta en seguida de lo que sí pasó (un milagro).

Más adelante nos detuvimos en un garage de gasolina a comprar la lotto. Mientras mis compañeros seguían alborotados sobre lo que no pasó, yo me bajé del carro para ir a la caseta a comprar la lotto. 

La pickup se me atravesó  de frente. Abordo habían tres negritos (lo siento pero eran negritos). Vi clara mente cuando del asiento de atrás la pasaban un shootgun al conductor y lo tenía listo para disparar a través de la puerta.

El conductor me insultó y se cagó en mi madre y todo eso. Yo me matuve en calma. Sabía que había un rifle apuntandome, pero también sabía que no me iba a pasar nada. Eso sí, me mantuve en silencio. No le contesté ni me puse a discutir con él. Ni siquiera lle pedí perdón. Simplemente extendí mis manos hacia los lados y lo miré tranquilamente.

El conductor me dijo todo lo que me quería decir y al ver que yo no le contestaba nada, se cansó y emprendió la marcha dejándonos en paz.

Respiré hondo. Compré la loto. Regresé al carro, donde el alboroto era doble porque no solo por poco nos matamos, sino que por poco me matan. Pero yo seguí conuciendo tranquilo consciente de que estaba vivo de milagro.

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