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lunes, 5 de agosto de 2013

Mi primera vez en Las Vegas

martes 8 de junio de 2004

Al salir del avión, lo primero que uno ve son las tragamonedas, haciéndose pasar por dignatarios que reciben a los turistas como si fueramos gente importante.

Lo segundo es un letrero que dice "La ley de Nevada prohíbe a los menores de edad estar cerca de áreas de juegos de azar". ¡Bendito! Las familias que acababan de llegar con sus hijos tuvieron que dar media vuelta y regresar a sus asientos, pues aquello, más que un aeropuerto, es un casino internacional y el portal de entrada a Las Vegas.

Como primerizo en la Ciudad del Pecado, quedé convencido de que no estaba en el Reino Mágico de Disney, sino que había entrado a otro reino mágico lleno de fantasías similares a las de Disney, pero... deja ver cómo lo digo... ¡dramatizadas desde otra perspectiva! Ejemplo, los bombones de una tienda de dulces vs los bombones de Así. Sí, a esas me refiero.

Lo tercero que captó mi vista, porque cónchole por poco me deja ciego, fue el hotel Luxor. Me sentí dentro de una película cuando un resplandor iluminó la cabina del taxi que me llevaba al hotel y vi una pirámide de oro que irradiaba luz como si tuviera vida (le faltaba la música de coro en el fondo para completar la escena cinematográfica).

Sólo a un excéntrico se le pudo haber ocurrido la brillante idea de convertir un valle inhóspito en uno de los atractivos turísticos más grandes del mundo. Las Vegas, para los que no lo saben, está en pleno desierto y en los siete días que estuve allí no vi una sola nube. Entonces comprendí por qué casi todas las peleas de boxeo se realizan allí... no hay peligro de lluvia.

La ausencia de humedad es tal, que caminé casi toda la ciudad en horas del día, bajo una temperatura de 110 grados y no sudé una sola gota. Al contrario, los vientos típicos que van de 10 a 35 millas por hora (comienzan a preocuparse cuando llegan a 50 millas), hacían que no me diera cuenta de la temperatura… y ahí es donde está el peligro de Las Vegas... el asesino te coge sin darte cuenta.

En Las Vegas todo el mundo anda con una botella de agua en la mano, y es que al no sudar, el cuerpo no está sacando el calor que generan esos 110 grados y "si no te mantienes tomando agua todo el tiempo vas a empezar a ver elefantes rositas, sentirás mareos, luego te vas a desmayar y en menos de cinco horas estás muerto". Así mismito me lo explicó uno de los taxistas, claritito y en español, y no quise poner aprueba su versión así que la botella de agua se convirtió en mi partner durante mi estadía.

Lo cuarto que me tomó por sorpresa, y esta sí es por retardado, es que si en Orlando el boricua está choreto, sin dejar de ser minoría, en Las Vegas los mexicanos, cuando los cuentas, son verdaderamente más que los gringos (déjame decirlo bajito). Para colmo de primerizos, una mexicanita lo más padrísima que no hablaba nada de español me quemó el coco al contarme que su familia llevaba viviendo en la zona por doce generaciones. De inmediato calculé más o menos y reaccioné: "That's over 200 years! You are US Citizens, not mexicans..."

¡Ay papá, pa qué fue aquello! ¡Por favor, no cometan ese error y menos si se están rapeando a una mexicana! ¡Es como darle un baño con jalapeño! Aquella dulce mexicanita ripostó con firmeza que son mexicanos y se fue enchismá.
Le di vueltas a aquella paradoja hasta que me ubiqué en tiempo y espacio, recordando aquellas lecciones de historia a las que nunca presté mucha atención en la high y caí en cuenta de que aquellas eran tierras mexicanas ocupadas por los Yankies (shhhh! Bajito, bajito!) hace más de cien años. La chica tenía razón, estaban en su casa.

El quinto evento que captó mi curiosidad fue el evento noticioso de la semana: Una vaca se fugó del matadero y se refugió en un taller de mecánica con la leche de que aquellos que querían matarla tenían una deuda de varios miles de dólares con los dueños del taller. Estos se quedaron con la lechera de rehén hasta que los del matadero saldaran la deuda.

Si se fijaron, dije que esta fue la noticia de la semana. Nada de política, nada de masacres, nada de narcotráfico, ni de la guerra. Solo dos o tres accidentes de tránsito, una mujer que apareció luego de cinco días perdida en el desierto… y la vaca fugitiva.

Acerca del rescate de la mujer, ésta se convirtió en la sospechosa de su propia desaparición cuando la policía encontró nebuloso que la hallaran levemente deshidratada luego de cinco días en el desierto.

Para resumir, fui al Gran Cañón de Colorado, visité todos los hoteles (cada uno es una experiencia diferente), vi un montón de shows, descubrí los shoppers de amiguitas y aprendí un término nuevo, “tití-bar” (juraito que pensaba que era un bar para toda la familia).

Al final de la semana trascendió que se llegó a un acuerdo en el cual a cambio de la vaca rebajarían $4,000 de la deuda, por lo que ahora la animal vive como una reina en la parte de atrás del taller de mecánica en un pastizal y a través de una verja puede ver día a día como cientos de primas llegan al matadero a ser sacrificadas. - Muuuuuu!

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